El sistema es una forma de organización del poder que se vuelve automática. Funciona con reglas no escritas que nos dicen cómo comportarnos. Aunque tiene muchas contradicciones, el sistema no se rompe porque sabe cómo absorber las crisis, como la crisis de 2008 y el COVID. A lo largo de la historia, hemos visto sistemas colapsar, como con la peste negra. Hoy, vivimos en un sistema que sigue reglas no oficiales: crecer o morir, la eficiencia es clave, estar conectado es existir, y todo debe convertirse en datos. Este sistema no promete nada, solo que no se romperá pronto.
El sistema es una forma de organización del poder que se vuelve automática.
Funciona a través de reglas no escritas que definen comportamientos y normas sociales.
El sistema amortigua las crisis y absorbe las contradicciones sin transformarse.
Aprendió a amortiguar intentos de ruptura y absorber crisis sin transformarse.
La peste negra y el mestizaje, entre otros, han colapsado sistemas pasados.
Desde el feudalismo, pasando por el colonialismo, hasta el capitalismo industrial y neoliberalismo.
Crecer o morir, la eficiencia es sagrada, conexión es existencia, acceso en vez de posesión, todo debe convertirse en datos.
Resultó en mayor concentración financiera y amortiguamiento de responsabilidades.
Incrementó la dependencia tecnológica y la vigilancia digital.
Porque no necesita justificar sus virtudes, solo su existencia, manteniéndose resiliente pero vulnerable.