Internet ha cambiado cómo pensamos. Hoy, consumimos más información que nunca pero pensamos menos. Nos hemos acostumbrado a reaccionar rápido y a compartir sin verificar. Esto ha creado una 'dictadura de la relevancia' donde lo viral importa más que lo verdadero. Las redes sociales nos recompensan por ser rápidos, no por pensar profundamente. Los algoritmos nos muestran lo que nos mantiene en pantalla más tiempo, no la verdad. Como resultado, estamos perdiendo la capacidad de procesar información profundamente. El desafío es usar la tecnología sin perder nuestra capacidad de pensar críticamente. Reflexiona sobre tu uso de Internet y busca momentos de silencio para pensar.
Internet promueve la rapidez y superficialidad, reduciendo la reflexión y el pensamiento crítico.
Es un sistema donde la viralidad y el engagement importan más que la verdad o la utilidad de la información.
Reduce la tolerancia a la frustración necesaria para el pensamiento complejo.
Porque es más fácil de procesar, rápido de consumir y genera más engagement.
Recompensan la rapidez y las reacciones emocionales, no el análisis profundo.
Priorizan el engagement y la permanencia en pantalla, no la veracidad o reflexión.
La exposición no garantiza comprensión; se necesita reflexión para entender la realidad.
Es la falsa creencia de que tener acceso a información equivale a estar informado.
Significa que nuestra atención y comportamientos son mercantilizados por plataformas.
Es la constante conexión digital que puede desconectarnos de nuestra reflexión interna.